miércoles, 3 de diciembre de 2014

La tortilla corredora y El hombrecillo de jengibre: dos historias, una tradición

A lo largo de la tradición oral anglosajona, uno de los temas más frecuentes en la literatura infantil ha sido la huida de los alimentos, o, como se le conoce en inglés, la tradición del runaway food. Por lo general, todos los personajes escapan del horno, la cocina o las brasas, para no ser devorados. La historia de The Gingerbread Man o El hombrecillo de jengibre, como se le conoce en español, ha sido, sin duda alguna, el centro de esta larga tradición que data del siglo XIX.



Apareció por primera vez en la revista St. Nicholas del año 1875. Esta revista, dedicada a la promoción de literatura infantil y juvenil, fue publicada por primera vez en 1873 por la editorial Scribner's, en ese entonces ubicada en la ciudad de Nueva York, y editada por Mary Elizabeth Mapes. El autor de la primera versión de El hombrecillo de jengibre nunca fue develado. Se dice que era una historia de la tradición popular, contada de generación en generación. En ella, el hombrecillo de jengibre huye de una familia de ancianos, unas trilladoras, unas segadoras, una vaca y un cochinito, hasta que es devorado por un zorro. En sus momentos finales, el hombrecillo exclama la famosa frase: "Oh dear! I'm quarter gone, Oh, I'm half gone, I'm three-quarters gone,  I'm all gone!" (¡Oh! Tan sólo queda un cuarto de mí, ¡Oh!, sólo queda la mitad de mí, ¡Oh! No queda nada de mí). No obstante, esta frase ha sido suprimida en muchas traducciones. 

La tortilla corredora, versión de Laura Herrera ilustrada por Scarlet Narciso, es la historia de una tortilla que huye de una madre, sus sietes hijos hambrientos, un gallo, una vaca, un perro y un cerdo (también conocido como chancho en Chile). A diferencia del hombre de jengibre, esta tortilla logra huir de todos y viajar por el mundo. La tortilla, pan de forma redonda y plana, hecha al rescoldo (entre cenizas y brasas), es uno de los alimentos más tradicionales de las zonas rurales de Chile. Por esta razón, La tortilla corredora es parte de la tradición chilena, contada y recontada para el deleite de los niños. 

The Old Woman Who Lost Her Dumpling, 1902
Ambas versiones poseen una sonoridad ideal para ser leídas en voz alta. La mayoría de los cuentos de esta tradición poseen un alimento típico de una ciudad, región, o país, perseguido por varios animales y personas, ansiosos por devorarlos. En Japón, por ejemplo, encontramos la historia de The Old Woman Who Lost Her Dumpling (La anciana que perdió su bola de arroz), uno de los cuentos tradicionales inspirados en las bolas de arroz, alimento tradicional de Japón, también conocido como Onigiri. En Hispanoamérica tenemos la historia de El hombrecito de mazapán, quien con poca fortuna es merendado por una zorrita muy traviesa al final de su aventura. Esta versión está asociada directamente con la historia de The Gingerbread Boy, versión juvenil y sofisticada de El hombrecillo de jengibre. En ambas versiones, estos pequeños personajes huyen de una pareja de ancianos. Pero, en El hombrecito de mazapán, es una zorrita muy coqueta y hambrienta quien se come al pequeño dulce, y no un zorro con traje de sastre.


The Gingerbread Boy, 1968 
El hombrecillo de mazapán, 2002

A diferencia de The Gingerbread ManEl hombrecito de mazapán y The Gingerbread Boy, la tortilla corredora logra escapar y sigue "corriendo por el mundo. Y dicen que todavía nadie se la ha podido comer".


La tortilla corredora, 2010







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